El «universo» Boscán

Desde hace casi 30 años un grupo de investigadores indagan sobre las traducciones de todo tipo de obras italianas al español y al catalán. Fruto de ese apasionante trabajo es el Catálogo accesible libremente en línea. El Catálogo del (Nuevo) Proyecto Boscán es, por su propia naturaleza, incompleto. Está en perpetua expansión, porque siempre es posible ampliarlo, completarlo, con nuevas búsquedas, nuevos descubrimientos. De ahí que hagamos referencia al universo, que parece estar también en permanente expansión.

En este blog ofreceremos datos, curiosidades, descubrimientos, comentarios extraídos del Catálogo y de los trabajos de los miembros del equipo. Agradeceremos los comentarios que los lectores nos quieran hacer llegar.

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«Cruz y Raya»

En abril de 1933, el ya maduro poeta José Bergamín lanza en Madrid una nueva revista. En aquellos años son cientos las revistas que se publican tanto en la capital como en el resto de España. Estamos en los años de la República, una época convulsa pero también de grandes esperanzas y oportunidades, en especial en el campo de la educación y de la cultura. Bergamín llamará a esa revista Cruz y Raya, una referencia al carácter abierto, no dogmático (a pesar de su inspiración declaramente cristiana pero no clerical), de la revista. En la portada aparecen los signos más y menos, que subrayan esa apertura.

De hecho, en ella escribieron tanto algunos de los inspiradores y fundadores de la Falange (como Rafael Sánchez Mazas o Luys Santa Marina) como destacados escritores de la generación del 27 (Rafael Alberti o Federico García Lorca). Reivindicó autores poco conocidos de la literatura española medieval y del Siglo de Oro al tiempo que publicaba lo más granado de la cultura europea. Aunque los autores italianos traducidos no son los más numerosos, su presencia no deja de ser realmente significativa, también por los traductores que se ocuparon de ellos. El más relevante es probablemente Luigi Sturzo fundador del Partito Popolare Italiano, disuelto por Mussolini en 1925, lo que llevó a Sturzo a un largo exilio en Londres, donde se convirtió en azote de los totalitarismos europeos. Cruz y Raya tradujo y publicó dos artículos expresamente encargados, con estos reveladores títulos: «Fascio lictorio y cruz gamada» (enero 1934) y «El Estado totalitario» (julio 1935). El resto son obras más antiguas, incluso muy antiguas, como La Filomena, atribuida a San Buenaventura (escrita originariamente en latín), o las obras de dos místicas, la célebre Santa Catalina de Siena y Santa Catalina de Génova. El último autor traducido es Francesco Algarotti, del que la revista publicó una miscelánea de fragmentos escogidos, con una jugosa introducción de su traductor y antologista, el ya citado Sánchez Mazas. No es este el lugar para hablar largo y tendido de este escritor, que se convirtió en personaje de Soldados de Salamina gracias a la pluma de Javier Cercas, pero hay que recordar que fue profundamente influido por la cultura italiana (y también por el fascismo) durante su larga estancia en los años 20 del siglo XX en Italia como corresponsal de ABC. Su faceta de traductor del italiano, que no se limita a esta traducción, es totalmente ignorada por la crítica y desconocida para el público.

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El Nuevo Galateo de Melchiorre Gioia

En 1844, un político y diplomático de signo conservador, Manuel Díaz de Bonilla, publicaba en la capital de México la primera traducción al español del célebre manual de urbanidad que el placentino Melchiorre Gioia había publicado en 1802 y que había ido ampliando y modificando hasta su versión definitiva de 1827, en el que explicaba con todo detalle la que llamaba politezza, que caracterizaba a la persona educada (polita). Precisamente la primera dificultad con la que se enfrenta el traductor es la de encontrar equivalentes para los términos claves del texto de Gioia, como este, o como otro creado por él, ragione sociale, inexistente también en español, pero que traduce literalmente (razón social) gracias a que define de manera minuciosa este concepto justo después de haberlo nombrado en el prefacio del libro. Díez de Bonilla hizo una meritoria traducción, que se caracteriza entre otras cosas por su afán de adaptación al contexto americano. En efecto, son numerosos los añadidos del traductor para englobar la realidad de las nuevas repúblicas independientes (o más bien, sus clases pudientes) en ese admirado código de comportamiento. En este párrafo, añadido por Díez de Bonilla, con pleno patriotismo, se augura una nueva moralidad para ellas: «En las repúblicas, donde la virtud forma el principal de sus elementos constitutivos, desaparecen por lo regular esas nomenclaturas vacías de significación y propias de la altivez y la soberbia; y según que son más ó menos adelantadas en moralidad y saber, su patriotismo y amor á lo que es bello en sí y merecedor de sólida estima, así son mas o menos inclinados al aparato y pomposidad de ecsagerados tratamientos y condecoraciones.» Pero no faltan otros añadidos más prosaicos, como esta clara alusión al carácter picante de la comida mexicana (en cursiva lo añadido): «La comida se fue así retardando de tal modo que en muchas capitales, tanto de Europa como de América, ha cesado actualmente en mucha parte la costumbre de la cena; lo que es una ventaja hasta para la salud, particularmente donde, como entre nosotros, la alimentación es tan incendiaria
Resulta en cierto modo paradójico que un hombre de ideología conservadora eligiera, entre los muchos que el siglo XIX (en todos los países europeos), el manual de buenas maneras de Gioia, un auténtico revolucionario, que llegó a pasar por la cárcel en más de una ocasión por su rebeldía ante diferentes gobiernos. Alguna explicación encontraríamos quizá si conociéramos los detalles de su estancia en Italia entre 1835 y 1839 como enviado especial y ministro plenipotenciario del gobierno de México ante la Santa Sede, donde consiguió que el papado reconociera oficialmente a su país.

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