El Nuevo Proyecto Boscán

El Nuevo Proyecto Boscán nace en 2021 y es el continuador natural del anterior Proyecto Boscán, que toma nuevo impulso por iniciativa de Cesáreo Calvo Rigual, catedrático de Filología Italiana de la Universitat de València, investigador principal del proyecto concedido por el Ministerio de Ciencia e Innovación (PID2020-118134GB-I00).

Ni el Catálogo ni las publicaciones anexas han agotado el potencial del campo tratado. Si bien el esfuerzo mayor se centró en obras italianas pertenecientes al canon literario, ello se demostró insuficiente, ya en los anteriores proyectos, para dar cuenta de la realidad de intercambios culturales habidos en ámbitos distintos del estrictamente literario: numerosas eran traducciones correspondientes a ámbitos muy variados, algunos de gran relevancia cultural, ideológica y sociológica, como  la religión, la filosofía, la historia, la geografía, los tratados militares y políticos, la antropología o el derecho, sin olvidar el vasto mundo de literatura popular, educativa o de entretenimiento, incluida la literatura de consumo o de masas, también llamada paraliteratura, no pocas veces profusamente traducida y reeditada en España, con el consiguiente impacto en el imaginario de generaciones de lectores.

Se impuso, pues, la necesidad de acometer un nuevo enfoque capaz de dar cuenta exhaustiva de este variado universo. Los principios metodológicos en los que se inspiraba el precedente Proyecto Boscán son los mismos que regirán en esta nueva etapa. A las disciplinas señaladas para aquel se ha de añadir otra también importante, la Historia de la ciencia, en particular la Historia de la ciencia en España, que viene a cubrir un vacío existente en la mayor parte de las historias de España, que la suelen ignorar, y persigue poner de relieve, sin falso patriotismo, las aportaciones de los científicos españoles de cualquier disciplina al acervo científico común, a menudo ofuscado por ignorancia o por mala fe. La inclusión de esta disciplina se justifica por la ampliación de nuestro corpus de estudio al de las traducciones no literarias de obras italianas, que se encuentra en la intersección de la Historia de la traducción y de la Historia de la ciencia. Ambas son imprescindibles, una para tener en cuenta las circunstancias en las que se realizó la traducción y el papel de sus agentes y la otra para evaluar su cometido en la transmisión de conocimientos en un momento histórico y en el avance de la ciencia española.

La distinción entre lo que se puede considerar literario y no literario es objeto de debate entre los estudiosos de la literatura, más si cabe entre los de la italiana. El límite entre ambas categorías es difuso. En rigor se habla de literatura religiosa, política o filosófica, pero no todas las obras religiosas, políticas, filosóficas o de otro tipo se consideran literarias; obras en un primer momento excluidas de la Historia de la literatura italiana, como El príncipe de Maquiavelo, el Diálogo sobre los dos principales sistemas del mundo de Galileo Galilei, la Ciencia Nueva de Giambattista Vico o la Historia de la literatura italiana de Francesco de Sanctis hoy están presentes en todas las historias literarias e incluso —es el caso de El Príncipe— forman parte del canon. El corpus actual de obras literarias italianas se aleja cada vez más de criterios excesivamente selectivos, como el de Croce, que descalificó incluso un siglo entero (el XV, hoy día campo privilegiado de estudios sobre literatura humanística), bautizándolo despectivamente como “el siglo sin poesía”. Alberto Asor Rosa, un importante estudioso de la literatura italiana, trató de aclarar esta cuestión en el Prefacio a la monumental Letteratura italiana de la editorial Einaudi por él dirigida, afirmando que, para que pueda hablarse de una obra literaria, “hace falta, por parte de su autor, una intención explícita, un proyecto consciente, el declarado propósito de elaborar un organismo producto de un plan y de una arquitectura de conjunto”. Entre los ejemplos antes citados está Galileo, cuyo Diálogo, pese a ser intencionalmente una obra científica, alcanzó un resultado estético de alto valor y pronto fue considerado por sus lectores como “una obra literaria”. Así pues, sería la recepción, junto con ciertas características internas del texto, lo que marcaría la frontera entre lo literario y lo no literario. No es extraño que Asor Rosa plantease el problema, porque esa frontera difusa es precisamente característica de las letras italianas, como afirmó en su momento también el primer gran italianista español, Joaquín Arce.

Ello justificaría nuestro objetivo primordial, es decir, catalogar y estudiar de modo sistemático obras italianas fronterizas entre lo no literario y lo literario. Pero a esa tipología hemos añadido de forma decidida el vasto universo de obras no literarias que, incluso en períodos dominados por la poesía petrarquista, como nuestro Siglo de Oro, dieron lugar a un número de traducciones de esta clase de textos italianos, que supera con creces el de los propiamente literarios, que no suponen más allá de una cuarta parte del total.

De ahí que, para evaluar adecuadamente el alcance de la influencia italiana en ciertos campos, sea necesario disponer de un censo lo más completo posible de traducciones combinando criterios filológicos y bibliométricos. Se podrá así escribir un nuevo e importante capítulo de la historia de la traducción, de la cultura y de la difusión del saber en España.